La exposición resume la progresión en el conocimiento macroscópico de la anatomía del sistema nervioso desde el antiguo Egipto hasta el siglo XIX, con una amplia selección de ilustraciones originales
La medicina egipcia nos ofrece escuetos detalles neuroanatómicos. El papiro de Edwin Smith, original de la XVIII dinastía, es una copia de un original escrito unos 3500 años a. C. En el caso número VI se describe la fractura conminuta de un cráneo.
Se describe una membrana fibrosa denominada “NETNET”, que indudablemente es la duramadre; debajo de la misma se describe la presencia de un líquido, sin ninguna coloración, que debe interpretarse como el líquido cerebroespinal. Al cerebro se le denominó “médula” del cráneo. Probablemente esta es la primera descripción del cerebro que registra la historia.
La Escuela Alejandrina, gracias a la autorización que se concedió para la práctica de la disección humana, aportó grandes conocimientos médicos y especialmente anatómicos. Uno de los miembros destacados de la Escuela Alejandrina fue Herófilo de Calcedonia. Herófilo describió la configuración de la corteza cerebral, consideró a la médula como una prolongación del cerebro. Describió los ventrículos cerebrales laterales, el tercer y el cuarto, los nervios ópticos y las meninges, a las que denominó coroides por su semejanza con las vellosidades coroideas de la placenta. Por su consistencia, denominó duramadre a la meninge externa y piamadre, por su delicadeza, a la más interna. La mayor aportación de Herófilo a la anatomía del sistema nervioso fue la descripción de los senos venosos del cerebro y su confluencia en la región occipital, formación conocida hasta nuestros días con el nombre de prensa de Herófilo.
Organización
- Comisario: Dr. M. Balcells Riba
- Diseño: María Botey
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